Viajar a otro país es como salir de una vagina
Para seguir con la historia de mi visita al Museo de las Bellas Artes, recuerdo haber salido de una vagina cuatro veces. Y no, no es lo que seguro estás pensando.
En cada acceso a las salas del museo había una tela muy tensa colgada desde el techo hasta el suelo, la cual debías atravesar para continuar el camino. Incluso, recuerdo que en una sala en especial había un ducto de tela blanca por donde ingresaba para salir del otro extremo con mucha dificultad, como quien sale de una vagina materna.
“Salí de una vagina como cuatro veces, es como volver a nacer”, le dije muy divertido a una amiga que me acompañó en la visita al museo. Recuerdo que antes ella me había preguntado cómo se siente salir de tu país e ingresar a uno en donde nadie te conoce. También recuerdo que no le contesté muy seguro de mí mismo, pero tras la visita al museo puedo decirle que viajar es exactamente eso: salir de una vagina llamada patria con mucho entusiasmo de conocer qué hay fuera del vientre.
Hay que ser estúpido para no tener miedo, es verdad, hay que sentirse sensible sin dejar de aprender como quien tiene una nueva oportunidad en un país desconocido. En Chile nací a los 23 años y seguro que volveré a nacer en los próximos viajes por Latinoamérica, cantando, caminando, pidiendo cigarros por la calle y comer pan duro y frío por las noches como buen mochilero nacional. Eso es viajar fuera de tu país, un sueño hecho realidad cuando desde pequeñito te dijiste cómo quisieras ser bebé otra vez, pero con tu pensamiento actual.