Hormigas
Son pequeñas las desesperaciones que alimentan a las hormigas que invaden mi cuerpo, que saborean mis pequeñas desilusiones, migajas dulces de la ansiedad. Ellas vienen para rasgarme la piel, casi siempre unas dos veces por año, para recordarme la fragilidad de mi hoy en comparación de la sobrevivencia del ayer. Hago mal en ignorarlas, porque aparecen a gusto de pesares, de pequeños pesares endulzados con angustia. Será mejor alimentarlas, cuidarlas de mi torpeza, ahuyentarlas de mi silencio.