Prohibido sentir

Desconozco la secuencia de mis palabras, quizá alguna tristeza en mi cara, para que me calmaras con las lágrimas de madre lo que mi madre no lloró. Viste con pena lo ordinario que puede ser la indiferencia, la miseria del hambre con pocas ilusiones y el silencio de una casa habitada por el suspenso. No había dónde acariciar con esperanza las desilusiones, ya te notabas rendida a lo que por verdad me toca por justicia. Aunque no pudimos cambiar nada, nada tampoco iba a cambiar, salvo el alivio de quien lloró por mí las sensaciones a las que estoy prohibido sentir.