Qué sucede cuando insistir en beber con alguien abstemio
Hubo un tiempo que dejé de tomar…
Ahora hazte la siguiente pregunta: ¿por qué supones que hablo necesariamente de alcohol? El término “tomar” por sí solo no dice mucho, hace falta otro elemento para saber cuál es la sustancia que se está ingiriendo.
Pero no te sientas culpable. No eres tú, sino la sociedad que cada vez más está sumida en una cultura etílica bastante incómoda para quienes no se embriagan al mismo nivel que el resto o -en el peor de los casos- para quienes son abstemios.
Quizá te parezca exagerado, pero soy testigo de lo que Catherine Gray escribió en su libro The Unexpected Joy of Being Sober respecto al hostigamiento de la sociedad contra quienes desean no beber más alcohol en su vida.
Por cierto, soy bebedor social, pero durante el tiempo que dejé de tomar por cuestiones de salud, me di cuenta de qué estaba hecho mi círculo de amigos.
“NO SEAS ABURRIDO”
Gray dejó de tomar de buenas a primeras cuando sintió que no tenía control sobre su consumo de alcohol.
“Si alguien no bebía, no le quería allí conmigo. Consideraba, como todos lo que beben mucho, que los que no bebían no eran divertidos, y yo necesitaba un cómplice para seguir con mi comportamiento”, relata en su libro.
Cuando ella finalmente se convirtió en abstemia, sufrió en carne propia el prejuicio que ella sentía por quienes no tomaban alcohol. Ahora sus amigos de copas eran los pesados de turno.
El problema, además de la insistencia de las amistades por echarse un buen trago, es la ruptura con un círculo social que te aparta por no ser uno más del miembro.
“Los seres humanos tendemos a asociarnos con personas que son parecidas a nosotros, con comportamientos similares, por lo que si comenzamos a hacer cosas que se saltan las reglas del grupo, como no beber en una fiesta, puede resultar un desafío para el resto”, señaló el psicólogo de la Universidad de Stiling Stephan Dombrowski.
Y sí que lo es. En mi experiencia, hasta ya ni me llamaban para las reuniones con los amigos. “Para qué pasarte la voz si es que ya no tomas”, me dijo alguna vez un compañero de la universidad.
MÁS HACES MAL QUE BIEN
No tomar es una decisión personal. Mucho no se puede hacer contra eso. La situación difícil es cuando se presiona a alguien para que tome como si fuese una condición necesaria para divertirse con el grupo. Este argumento es perjudicial para quienes buscan salirse del alcohol, pues sienten que están obstruyendo al grupo.
“Es esa normalización del consumo la causante de que probablemente quien tiene problemas de dependencia no sea capaz de concienciarse de que verdaderamente tiene una dificultad. Y si la persona ya ha decidido dejar de beber, sin duda alguna ese entorno que vincula el alcohol con celebración y alegría le hará más difícil mantenerse abstinente”, explica el psiquiatra del Hospital Universitario HM Puerta del Sur Carlos Harkous a El País de España.
¿Pero qué motiva el incentivo de bebidas alcohólicas en sí? Mónica Gázquez, experta en adicciones de la clínica de psicología Mindic, argumenta que “estamos inmersos en una cultura a favor del alcohol, donde su consumo se incentiva. Percibimos que todo el mundo lo hace y creemos que el riesgo de beber es muy bajo, por lo que no solo es que esté socialmente aceptado, sino que lo fomentamos en situaciones de ocio”.
LOS VERDADEROS
Una copa no mata a nadie, pero nadie debe verse obligado a beberse una copa si es que no quiere. Tan fácil como eso, pero lástima que hay una resistencia de quienes no aguantan las individualidades en un grupo donde todos toman.
A pesar de tanta explicación en este artículo, siento que ni los mejores argumentos de la comunidad científica evitarán que tus amigos te abandonen por ser el aburrido que ya no toma alcohol. Lo siento por eso, lo digo en serio, pero hay algo positivo en esa fuga de amistades etílicas: podrás identificar quiénes se quedan contigo respetando tus decisiones. Esos pocos son tus verdaderos amigos.