La imagen más tierna (?) de un divorcio

Hay cosas que siempre se quedarán en pareja. No sabría decirles cuáles, menos revelar las mías, pero apuesto a que cada quien es consciente de esas «cositas» que hacemos con nuestro chico o chica en la intimidad. No me refiero al sexo, sino a esas cosas que nacen de la más pura casualidad, de la más pura ternura y afición por tener algo especial, algo tan minúsculo como extraño para decir convencido «esto es de nosotros y nadie más».

Son cosas que se quedan en el anonimato, o al menos eso debería ser así, pero nada es tan simple cuando hay abogados de por medio y un juez que lo observa todo con cara de pocos amigos. La privacidad no existe en un tribunal y menos cuando buscas justicia a la hora de un divorcio.

La foto que verás a continuación me llamó la atención. Se trata de un juicio en Las Vegas, Nevada (EE.UU.). Sucedió el 5 de noviembre de 1999. La escena muestra al abogado Frank Torri revisando unos papeles mientras su clienta Frances Mountain separa los Beanie Baby junto a su exesposo Harold Montain en la sala del tribunal de familia del juez Gerald Hardcastle.

Uno se pregunta qué ocurrió para llegar a una situación así, en la que cada quien -cual niños en kinder- busca lo que es suyo entre una pila de juguetes. Tampoco se trata cualquier juguete: la colección está valorada entre 2500 y 5000 dólares.

Debido a que la colección de Beanie Baby no pudo ser dividida por la pareja, el juez ordenó que todos los peluches se pusieran en el piso del tribunal para que cada uno escoja con cual se queda. Así es, como niños…

Será que, cuando se acaba el amor, volvemos a nuestros instintos más básicos para entercarnos con lo que es mío y de nadie más. Solo que llegar al punto de mostrar esa afición tan íntima resulta hasta tierno, un poco inquietante y algo triste.