La vida de alguien obsesionado con Instagram

Instagram puede hacer que toques fondo. Suena exagerado, pero la dinámica de tomarse foto en busca de corazones puede resultar adictiva hasta el punto de arruinarte la autoestima.

Repito. Sé que suena exagerado, pero hay que ser justos con algo: Instagram no tiene la culpa de la obsesión de algunas personas por mostrarse y aparentar que tienen una vida estupenda. El problema es cuando creemos que dicha vida estupenda en la app es la vida real, y comparamos nuestra situación con la fantasía que exhiben los demás.

¿Pero quieres saber cómo es la vida de alguien así? ¿Cómo se vive dependiendo de la popularidad de tu vida en Instagram?

DURAS CONFESIONES

Kashlee Kucheran escribió su dura experiencia en esta popular app fotográfica en un artículo titulado Me pasaba 5 horas al día obsesionada con Instagram y eso me arruinó la vida.

Todo empezó cuando decidió irse de vacaciones por el mundo junto a su pareja. Lo que en principio era pura diversión entre compartir fotos e interactuar con los amigos y la familia se convirtió en una manera de juzgarse a sí misma en busca de popularidad y aceptación. Su problema: tratar de ser, imitar o superar a los influencers de viajes.

“Decidida a mejorar mi Instagram, reorganicé todo: mis planes de viaje, mis rutinas diarias y mis técnicas para hacerme fotos con la esperanza de conseguir más ‘me gusta’ y seguidores. Empecé a pensar en mis destinos de viaje en función de cómo quedarían en Instagram y no según el interés que tuviera yo en visitarlos. Cuando exploraba un nuevo sitio, me pasaba más tiempo grabando historias y haciendo fotos que disfrutando de la ciudad o del momento”.

Luego vino lo peor. En un momento dejó de tratarse de las cosas que captabas en sí, del encuadre y la iluminación, sino de juzgar tu apariencia respecto a las demás personas.

“Tras revisar las fotos y los vídeos que hice a lo largo de seis horas, me quedé destrozada. Ninguna foto era tan buena como las de las otras mujeres que veía en Instagram. Me sentía demasiado gorda, imperfecta y simple. Mandé al traste el proyecto y me sumí en un pozo de oscuridad”.

Lo más preocupante de esta condición es que Kashlee armaba su itinerario según las posibles fotos que podía subir a Instagram. Ya la experiencia de viajar deja de ser tuya para convertirse en un show para lo demás.

“Las parejas que posan durante horas en sitios turísticos abarrotados de gente para conseguir la foto de Instagram perfecta no están pasándoselo bien. Están sudorosos, estresados, cansados y completamente ciegos ante lo que intentan fotografiar. Debería saberlo. He estado en esa situación”.

INSTAGRAM Y LA SALUD MENTAL

El caso de Kashlee puede ser el de cualquiera. Una investigación de la Royal Society for Public Health (RSPH) y el Movimiento Juvenil para la Salud de Reino Unido concluyó que Instagram era percibida como la que peor afecta mentalmente a las personas.

El estudio tuvo como muestra a 1500 jóvenes de entre 14 y 24 años. Se evaluó catorce temas (ansiedad, soledad, depresión, sueño, imagen personal, relaciones en el mundo real, entre otros) y cómo las redes sociales afectaban a cada uno de ellos.

Instagram ocupa el primer lugar, destacando por su impacto negativo en el sueño, el acaso y el miedo a la sensación de ‘perderse algo’.