Donde duermen las gaviotas

Respira sobre mí
hasta que la piel
se desgarre
y con el sol
se transforme
en ceniza,
en una extensa
e infinita
para así meterme
entre tus uñas,
en tus pies descalzos,
detrás de las orejas
y en la comisura
de tus labios.
Sentir que de un soplo
me desprendo
hacia la nada:
el deseo de no sentir,
que lo único que me ata
a nuestro laberinto
son las ideas temerarias,
la consciencia de mi cuerpo
a la que nadie puede herir.
Extender mis cenizas
donde no termina
el viento,
abandonarme
entre las piedras,
oscurecer un poco el sol,
revolotear en el vuelo
de las mariposas,
dejarme caer sobre
las hojas del otoño,
confundirme con la arena,
perderme en el polvo…
Estar en todas partes
y a la vez
en ningún lado,
dejarme caer
rendido en el
universo de las
pequeñas cosas…
Que nadie más
me vea de noche,
escondido
donde duermen
las gaviotas.