Ten un buen día de mierda

Pienso que el verano es una mala estación del año para sentirse pesimista. El brillo solar no ayuda; los niños felices jugando durante las vacaciones, tampoco; y los comerciales televisivos de la vida perfecta en la playa, mucho menos. Es como si el sistema confabulara en contra de quienes realmente se sienten augusto en un día de mierda.

Elementos para un día de mierda

Y para tener un día de mierda saludable tiene que hacer una atmósfera para el momento. La lluvia suma bastante y si hay relámpagos mucho mejor. El frío también es un elemento importante a considerar, así como la nubosidad que hace del gris de la ciudad pues más gris.

Hasta allí todo bien para tener un buen día de mierda saludable, pero falta un ingrediente importante. De qué sirve toda la atmósfera y las sensaciones de un buen día de mierda si es que no tienes con quién compartirlo. ¡No puede ser cualquiera!, sino uno que realmente sepa lo terapéutico que es sentirse una mierda por 24 horas. Digamos que es algo así como la catarsis.

Usualmente uno tiene esos amigos que te echan ánimos, que la vida no se reduce al pesimismo, que patatín y patatán… Ya saben, los que sufren del síndrome de Paulo Coelho. Pero a veces cae bien tener un compañero con quien poder renegar de todo. Uno con quien sumar más mierda al compilado de mierda que ya uno trae y comparte con los demás.

¿Qué hago si tengo amigos con el síndrome Paulo Coelho?

Pero como que amigos así uno no encuentra con facilidad. ¿Qué hacer entonces? Pues recurrir a la literatura. No te hablo de cuentitos ni sonseras, te hablo de experimentar un buen día de mierda a nivel profesional.

Para los sabidos en filosofía, imagino que ya saben de quién hablaré. Me refiero a Arthur Schopenhauer autor de ‘El mundo como voluntad y representación’, y uno de los personajes más pesimistas (y misógino, pero eso es otra historia) de la intelectualidad occidental.

Legado Schopenhauer

Si llegaste hasta aquí, imagino que tuviste un día de mierda y te gustaría compartir -incluso filosofar- con los aportes de este buen hombre.

«A excepción del hombre, ningún ser se maravilla de su propia existencia».

«Bien puede decirse que la vida es un episodio que viene a perturbar inútilmente la sagrada paz de la nada».

«Cuantas menos razones tiene un hombre para enorgullecerse de sí mismo, más suele enorgullecerse de pertenecer a una nación».

«El desear la inmortalidad para el individuo es realmente lo mismo que desear perpetuar un error por siempre; porque en el fondo cada individualidad es realmente sólo un error especial, un paso falso, algo que mejor no sería, de hecho, algo de lo cual el propósito real de la vida es el sacarnos».

«El hombre no es nunca feliz, pero se pasa la vida corriendo en pos de algo que cree que le hace feliz. Rara vez alcanza su objetivo, y cuando lo logra solamente consigue verse desilusionado».

«El Don Juan es la expresión viva de lo mucho que la vida está podrida en su núcleo».

«El medio más seguro para no llegar a ser muy infeliz es no pretender ser muy feliz».

«Hay seres de los que no se concibe cómo llegan a caminar sobre dos piernas, aunque eso no signifique mucho».

«Hay solamente un error congénito y es la noción de que existimos para ser felices».

«La amabilidad es como una almohadilla, que aunque no tenga nada por dentro, por lo menos amortigua los embates de la vida».

«La felicidad pertenece a los que se bastan a sí mismos, porque todas las fuentes externas de felicidad y de goce son, según su especie, inseguras, defectuosas, pasajeras y sometidas a la casualidad».

«La vida es un negocio cuyos ingresos no alcanzan, ni de lejos, a cubrir los gastos».

«Las religiones, como las luciérnagas, necesitan de la oscuridad para brillar».

«Los hombres vulgares han inventado la vida de sociedad porque les es más fácil soportar a los demás que soportarse a sí mismos».

«Querer es esencialmente sufrir, y como vivir es querer, toda vida es por esencia dolor. Cuanto más elevado es el ser, más sufre… La vida del hombre no es más que una lucha por la existencia, con la certidumbre de resultar vencido. La vida es una cacería incesante, donde los seres, unas veces cazadores y otras, cazados, se disputan las piltrafas de una horrible presa. Es una historia natural del dolor, que se resume así: querer sin motivo, sufrir siempre, luchar de continuo, y después morir… Y así sucesivamente por los siglos, de los siglos hasta que nuestro planeta se haga trizas».