¿Alimentar la pasión o el bolsillo?
Durante una entrevista laboral en la Universidad Pacífico, la encargada de atender a los postulantes me dijo algo interesante sobre mi CV: “sí que te has dedicado a estudiar para ser periodista. Usualmente tus colegas se quedan con el bachillerato“.
La miré sonrojado y le expliqué que una cosa es la praxis periodística y la otra la formación académica que necesariamente debe de ir de la mano con la experiencia para no solo hacer bien un trabajo, sino crear formas nuevas de comunicar a partir de un análisis comunicacional multidisciplinario. Sí, eso mismo le dije y agregué una cita a La República de Platón, específicamente la parte del barco y el capitán que es subordinado por sus marineros al creer que saben todo a través de la práctica.
No me acuerdo en qué punto exacto de la conversación llegamos a cuáles fueron mis propósitos para hacer la maestría de Dirección de Empresas de Comunicación en España. “Lo que pasa es que el periodismo es una carrera de empleado, no de empleador”.
Ella me miró con asombro y yo la observé con determinación. Y fue en ese instante cuando en mi mente me dije: “carajo, soné como mi padre cuando no quería que estudie periodismo”.
Acabada la entrevista, regresé a casa pensando en los consejos que mi padre me dio antes de postular a la universidad y de cómo se ha desarrollado la vida hasta la fecha. Llegué a la conclusión que las razones de mi padre y las mías se complementaban, aunque una pretenda liquidar a la otra.
¿Qué ganas de vivir tiene la vida si no te gusta lo que te apasiona? ¿Qué tiene de divertido una pasión cuando te ahorca la SUNAT y las deudas? Sin duda tiene que haber un punto medio, pero si hay que elegir una de las dos, pues tiraría más para la pasión, porque solo la gente apasionada haciendo lo que le gusta destaca por encima del promedio. Si haces algo que no te gusta, pues no destacas y difícilmente eres considerado por los empleadores.
Esto suena bonito, pero a este aspecto tienes que sumar algo importante: las capacidades técnicas de desarrollo de la pasión. Un ingeniero industrial no solo tiene más opciones de conseguir trabajo que un periodista, sino cuenta además con capacidades administrativas o de gestión que lo hacen capaz de emprender. El periodista pues lamentablemente no y eso fue algo que mi padre pudo haberme advertido con menos bilis en 2005, pero la vida me lo enseñó a golpes y felizmente adopté los cambios necesarios para darme cuenta que la pasión no solo es “hacer”, sino también “crear”.
Quizá la maestría no fue lo que justamente deseaba para mí, porque no creo ser un hombre de negocios hecho y derecho sino más de humanidades. Pero felizmente, como todo periodista, tengo el sentido de la curiosidad y eso me ha motivado a investigar cosas que a otros colegas le huyen: las matemáticas.
La pasión no comienza ni termina con lo que uno pretende hacer, sino abarca todos los aspectos de esa pasión a nivel académico y empresarial. Aunque a veces tenemos que elegir entre alimentar nuestras pasiones o amargarse la vida estudiando cosas porque “dan plata”, recomiendo apostar por la curiosidad y aprender de absolutamente todo para construir proyectos sostenibles.
Por si se preguntan en qué acabó la entrevista, pues les cuento que nunca me llamaron de vuelta.
Foto: Sam Greenhalgh – Flickr. Bajo licencia de Creative Commons