Dónde termina el mar
Aún recuerdo esa noche en la que te sentí temblar cuando me preguntaste dónde termina tanta agua, dónde acaba el mar. Tu duda ocasionó nuestras risas: yo hablándote de olas que golpean una tierra que jamás has visto en tu vida y tú acostumbrada a cruzar fronteras cortas cuando mi vida se diluye en un horizonte tan lejano como la capacidad de tu imaginación.
Recuerdo que era de noche y nosotros hablando del mar como si se tratara de un sueño…
Porque como un sueño en vida fue lo que vivimos, ya que ahora no estás ni yo tampoco estoy en el mismo lugar donde compartíamos nuestras inquietudes, como si jugáramos a guiarnos mutuamente al ciego que se apoya en la visión del otro en un mundo maravilloso. Tomados de la mano. Caminando de puntitas. Riendo de nuestra torpeza… Como si nos divirtiéramos dejándonos llevar mutuamente por nuestros paisajes imaginados pero existentes, fusionándonos con la realidad, con las piedras, con el aire y con la brisa y finalmente el mar.
Nuestro mar.