El amor en los tiempos de Tinder
Tinder es el resultado de un fenómeno global. Primero debemos considerar el desarrollo de las tecnologías de la comunicación -que ha llevado la interacción interpersonal a nuevos niveles- y la vorágine productiva de la sociedad del consumo -que ha reducido las horas de ocio de las personas-.
Ambos elementos se han fusionado de manera sincronizada para maximizar los beneficios de los usuarios que cada vez pierden más terreno en la realidad para invertirlo en la ultraconectividad, en el ciberespacio donde nuestras capacidades comunicativas se multiplican exponencialmente. Es la fuerza productiva de la sociedad del consumo que hace de aplicaciones como Tinder una opción atractiva debido a la falta de tiempo para socializar por culpa de las obligaciones cotidianas y cada vez más absorbentes.
En cualquier trabajo notarás que la producción se ha incrementado notablemente con el tiempo, pero esto no significa necesariamente que trabajemos menos gracias a la innovación de las fuerzas productivas. Hoy en día existe una exigencia constante, como sucede en Japón, por ejemplo, donde las responsabilidades profesionales opacan la interacción social en la realidad.
Tinder sería entonces la respuesta ideal: la interacción social de la realidad al alcance del iPhone con una rapidez de interactividad que sobrepasa las capacidades humanas. Hoy conocemos más gente en redes sociales, por ejemplo, que nuestros antepasados en una vida entera sin Internet.
A toda esta explicación se le suma el factor cultural. La tecnología no se reduce a las herramientas informáticas, sino también como elementos que irrumpen en una sociedad caracterizada por dotar de significado a los elementos que la componen. Es decir, la tecnología es un bien cultural según la interacción que tengamos con ella. Aterrizando este tema en Tinder, podemos notar por ejemplo cómo se adaptan ciertos comportamientos sociales a la hora de chatear. La violencia de género, el machismo o el feminismo, incluso, son elementos que pueden estar presentes tanto a la hora de describirse como a la de interactuar.
Lo más curioso es que resulta ya un chiste decir que planeas hallar el amor de tu vida en Tinder, como si ese proyecto fuera únicamente dable en el plano de la realidad. A pesar de que Tinder cumple las expectativas por parte de usuarios, ellos aún tienen fe de que el amor no es tan fácil de hallarse en una app diseñada para citas; es como una desconfianza natural hacia las superficialidades para creer que “lo verdadero” nunca estará al alcance por más desarrollo tecnológico que exista en la interacción interpersonal. Mientras pensemos así, no perderemos nuestra humanidad.
no se si interprete mal o me perdí en algún momento de tu escrito … tu intentas decir que si se puede encontrar en amor verdadero en las redes sociales..???
Pues claro que se puede. Es cuestión de suerte y probabilidades.