La pastilla de felicidad

Imagina que un día la empresa químico-farmacéutica Bayer inventa la pastilla de la felicidad. Lo que hace la cápsula es estimular el cerebro de tal manera que eres inducido a un estado de grata satisfacción espiritual y física, sin ocasionar adicciones ni efectos secundarios en la salud. ¿La consumirías?

Hay que destacar en esta suposición que la felicidad producida por la pastilla es auténtica en el sentido que la cápsula estimula el cuerpo de igual manera que hace la felicidad natural en nuestro cuerpo. No se trata, entonces, de una felicidad sintética, sino de una real en el sentido estricto del término.

Sin embargo, ¿esta felicidad real es realmente “verdadera”? De hecho sí que lo es, porque la pastilla tiene la capacidad de reproducir lo que por naturaleza denominamos felicidad. La respuesta está en la situación previa al consumo de la pastilla, porque así determinamos si estamos optando por una felicidad real inducida o una felicidad real fortuita.

La felicidad real inducida sería por medio del consumo de la pastilla, debido a que estamos decidiendo ser felices por encima de las circunstancias y del estado anímico inicial. El problema aquí es la congruencia entre el contexto y las sensaciones: inducirse la felicidad conlleva al riesgo de ser felices en momentos que no son los apropiados. Por ejemplo, tomar la pastilla de la felicidad durante un velorio. Habrá quienes se sientas ofendidos por tu felicidad en momentos que todos esperan una actuación de luto.

Por su parte, la felicidad real fortuita se debe a las circunstancias y al equilibrio del estado anímico. Aquí la felicidad ya no se debe a una decisión personal, sino al azar del destino y de las oportunidades. Lo bueno de esta opción es que si llegamos a ser felices en un momento, será por algo con lo que estamos en relación y no por decisión propia que puede llegar a ser hasta egoísta. A diferencia del consumo de la pastilla, la felicidad real fortuita tiene el agrado de suceder en situaciones espontáneas, dándole mayor gusto a la felicidad por encontrarse en circunstancias inesperadas.

Creo que esa es la clave para discernir entre si tomar la pastilla o no: el nivel del control humano sobre la felicidad. Los dos tipos de felicidades son reales, pero solo la fortuita podría llamarse “auténtica” por suceder de manera inesperada. Ese grado de incertidumbre es lo que la pastilla nunca podrá simular, porque la felicidad no es algo que se construye en sí misma, sino que tropezamos con ella según nuestra estabilidad mental debido a que no siempre sabemos qué nos hace felices.

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