Lo que nadie se imagina 10

Juliano Brero es uno de esos hijos de puta que encontró al amor de su vida. Aún recuerdo esa vez que se me acercó feliz de la mujer con quien planeaba tener dos hijos, una casita alquilada en Barranco y quizá un perro, porque ambos odian a los gatos.

No seas ingenuo al creer que el amor de su vida es efectivamente una modelo de ojos azules, piel de azúcar moreno y un trasero de infarto. Nada más equivocado. De hecho, aquel ser que Juliano llama “el amor de su vida” parece una aberración de la misma vida que ahora tanto celebra. No quiero entrar en detalles, pero seguro te preguntarás cómo un tipo como Brero puede ser tildado de “hijo de puta” cuando se supone que halló a la mujer ideal-menos-perfecta-de-todas.

La razón es sencilla…

La Victoria. Diciembre 12, 2007 – Hostal Clímax

-Vamos, mi amor… Ya sácate toda la ropa… Te la quiero meter de una vez.
-¿Estás seguro de lo que vamos a hacer?
-Sí, carajo. Tú solo cierra los ojos… 

[Ella desnuda, abierta de piernas. Él se echa encima no sin antes colocar las extremidades inferiores de su pareja sobre sus hombros, activa el smartphone… Inicia el acto sexual]

Ya sé en qué estás pensando. Tienes razón en que sí activó la cámara, solo que nunca grabó nada. Lo que hizo fue aplicarle filtros a la cara de su enamorada para embellecerla en pleno cache, solo así podía alcanzar el clímax y darle un sentido a su vida sexual gracias a la revolución tecnológica.

¿Si son felices? Jodidamente felices, incluso ella sabiendo la artimaña del pendejo de Juliano. Qué podemos hacerle, ese hijo de puta sí que es feliz.