Soundtrack de un viaje a Cuba
Siempre tuve la idea de escribir un post con una canción de fondo, así como un soundtrack para los lectores (ir al final del post). En esta oportunidad escogí el tema “De la ausencia y de ti”, de Silvio Rodríguez, por ser un obra excepcional cuando se anda extrañando a alguien especial si viajas a otro país.
La madrugada del martes regresé de La Habana por motivos de vacaciones. A diferencia de mis vacaciones pasadas en Santiago de Chile, estos días en el país caribeño los viví sin compartir con alguien las maravillas que iba descubriendo. La soledad hacía que los turistas me vean con cierta nostalgia al ofrecerme tomarme una foto en los sitios históricos de la capital cubana. Todo vale cuando trato de no tomarme un selfie.
El tema de Rodríguez ya lo había escuchado hace años, cuando estaba recién en mi segundo ciclo de la universidad; por lo que me la pasaba repitiendo algunas frases en mi mente para sentir que esa canción maravillosa me aliviaba la nostalgia de la lejanía. Y qué mejor título que “De la ausencia y de ti”, como un tributo a la soledad repentina y el recuerdo de tiempos mejores.
No quisiera un fracaso en el sabio delito
que es recordar.
Ni en el inevitable defecto que es
la nostalgia de cosas pequeñas y tontas
Como en el tumulto pisarte los pies.
Y reír y reír y reír,
Madrugadas sin ir a dormir.
Sí, es distinto sin ti.
Muy distinto sin ti.
Qué angustia era querer escuchar esa canción y no tener el medio para poderlo hacer: el internet era pésimo y la radio pasaba cualquier cosa, menos esa canción de 1969. En ese momento me di cuenta que una canción se siente distinto dependiendo de las experiencias que se vive, porque siempre renovamos con el tiempo las perspectivas sentimentales. Será que esta canción fue el soundtrack de todo mi viaje en Cuba, hecho por una bolsa de huesos con la mitad enterrada en la memoria de una joven miraflorina.
Cuando apunté este tema para el blog, estaba de pie viendo el amanecer desde el treceavo piso del hotel Habana Libre, observando desde qué punto de la ciudad sale el sol y la inmensidad del océano Atlántico. “Madrugadas sin ir a dormir. Sí, es distinto sin ti”, me canté viendo al espejo antes de acostarme otra vez, esperando el desayuno.