La soledad es para los débiles… y para quienes necesitan amor
La frase no es mía, sino de George Marks, un asesino serial del programa ‘Cold Case’. Por alguna razón, quizás por circunstancias actuales, la oración me resulta tan cierta como estremecedora.
Hay quienes eligen la soledad al sincerarse con sus sentimientos, abandonando lo que piensas que es seguro, para empezar nuevamente. No como una derrota, sino como el esfuerzo de ser cada vez más feliz, como los ‘imprescindibles’ del poeta alemán Bertolt Brecht. Sin embargo, quienes están al otro lado de la vereda, aquellos que apuestan por convencerse que la felicidad se puede hacer de lógica y no de corazón, ven esos esfuerzos como debilidad por ser tan cambiantes y emocionales.
¿Realmente la soledad es para los débiles, si esta resulta el motor y motivo para sentirse mejor? Nada que ver, solo una transición para conocerse a uno mismo y ser más felices al momento de querer dejar la soledad, direccionando la pasión por terrenos más sensibles, pero con la firmeza de ser cada vez más alegres.
No obstante, la segunda parte de la frase sí es muy cierta: la soledad es para quienes necesitan amor. Pero no cualquier amor, sino ese que determina tu estado de ánimo en el resto del día; que por más que el ambiente ideal esté realizado, sin esa persona que ‘te mueva el piso’, o ese ‘no se qué’ que te hace sentir ‘no sé cómo’, nada acaba siendo lo que se espera o se piensa que debería ser.
Uno puede estar bien ahora, licenciado en la carrera que más lo apasiona, salud de la buena, un trabajo interesante y hasta un PlayStation 4, pero nada de eso haría a uno realmente feliz sin ese amor por las cosas que no tienen razón aparente, ese amor que nace sin razones, sino por sensaciones indescifrables. Como este amor que tengo por escribir sin esperar nada a cambio, sin tener siquiera la seguridad de que me lean o conquistar a quien revisa estas líneas pensando en mí; hablo de un amor que nace sin pensarse, como las creaciones más insólitas de la naturaleza.
Foto: John Wardell – Flickr. Bajo la licencia de Creative Commons