¿Cómo sabes que algo está mal si no lo has hecho?

¿Cómo sabes que robar está mal? Pues porque te dijeron que está mal y, además, está mal porque está mal. ¿Cómo sabes que mentir en malo? Pues porque nos enseñaron que mentir está mal, que las mentiras tienen patas cortas y que está mal, porque está mal. ¿Pero acaso todo eso lo sabemos porque sentimos realmente que está mal? Creo que solo unas muy pocas.

Vayamos a lo elemental. ¿Cómo sabes que algo está mal? Pues por una educación circunscrita en valores sociales predeterminados. Esto hace que las personas automodulen su comportamiento para la correcta convivencia en la comunidad. Bajo esta premisa, el sujeto social sentiría sentimientos de autocensura en momentos que planea hacer lo “prohibido”. Un ejemplo sería botar la basura fuera del tacho, pues antes de hacerlo sientes una culpabilidad que te impide mucho hacerlo.

Ahora toquemos temas más extremos, como el asesinato y la infidelidad. Tú sabes que está mal, porque está mal, pero realmente no sentimos que sí está muy mal, pues no lo hemos hecho aún. Es decir, no podemos tener idea de algo que está mal hacerlo, porque no lo hemos hecho y no sentimos que realmente esté mal. Si crees que sí, pues dame la idea de un color que nunca viste antes. ¿Pudiste hacerlo? Sé que no, pues no puedes crear una idea de cualquier cosa sin antes haber recibido una impresión.

Difícil de creer, lo sé, pero las cosas como son. Pensar de esta manera me ayudó a experimentar mayores sensaciones sin caer en la autocensura, pero no hay que descartar el grado de responsabilidad de nuestros actos. Lo mejor, pienso, es no sentirse mal cuando te equivocas porque forma parte de crecer. Y al equivocarte amplías tu conocimiento sobre lo que está mal, porque recién lo vas a sentir en toda su magnitud.