Cuando nos piden ser amigos, pero sin amistad…

¿Alguna vez han salido con alguien que les exige comprensión por ser amigos? Claro, eso es lo que hace un amigo común y corriente, pero ¿CÓMO DIABLOS SER AMIGO DE ALGUIEN QUE NI SE PREOCUPA EN DEJARSE CONOCER?

Esto seguro que les ha pasado a quienes tienen como amig@ a alguien de quien se enamoraron -y declararon- alguna vez. Obvio, esto suele pasar, porque ¿cómo diferenciar la intención entre una cita de patas y una cita por “algo más”, si al fin y al cabo la invitación es la misma? Lo que suele pasar también es que ese amig@ evite salir a solas con esa persona que la invita, por lo que recurre a los amigos para salir en grupo. Claro, la estrategia es “Sí, salimos, PERO TAMBIÉN CON PATATÍN Y PATATÁN, y su prima y su primo”.

Cuando esto sucede, cuando esta catástrofe sucede, ¿cómo pretende la amig@ que la persona que se acerca a ella la conozca, si ni si quiera comparten algo de intimidad? ¿Cómo alguien puede exigirte una comprensión “por la amistad” si cada vez que deseas acercarte a esa persona, te sale con cualquier cosa para evitar dicha intimidad?

Es algo sumamente incomprensible, que solo un buen carajo -y unos tragos de vodka- puede solucionar. ¿Qué hacer, señores? ¿Apelar al orgullo y emputarse cuando uno se da cuenta que está siendo evitado porque nadie más irá a esa cita SUPUESTAMENTE de dos? ¿O hacerse el cojudo enamorado quien se convence de que si no es hoy es mañana?

La realidad es que el mañana significa una eternidad de lastimosa espera y el emputarse, bueno, digamos que un poco de carácter ante la indiferencia o excusa de lo evidente.