Una frase que evita la melancolía…

“No Hablemos de Cosas Tristes” es una frase que prácticamente ha dominado mis últimos años de vida en la universidad. Incluso, se ha vuelto un eslogan entre mis amigos cuando hablamos de cosas emocionalmente lamentables y concluimos con la susodicha frase. Recuerdo que esta nació de una larga experiencia de cómo no enamorar a una chica cuando todo juega a nuestra contra. Entonces, como el desenlace no fue el mejor, “No Hablemos de Cosas Tristes” comenzó a ser una oración que repetía sin cesar para evitar explicaciones (y reconocer lo idiota que fui ante lo evidente).

Siguiendo la esencia de la historia, las publicaciones que podrás leer aquí serán una reflexión a las sensaciones fuertes (la muerte, el desamor, el sexo…) que muchos tratan de evitar para no desnudarse ante el resto, pero sin llegar a la cursilería. Es decir, hasta el punto donde la razón deja de darnos seguridad sobre lo que reflexionamos, ese mismo punto donde decimos “No Hablemos de Cosas Tristes” para evitar la melancolía.

Espero que me acompañen en esta nueva aventura…