Cosas que me persiguen
Me gustan las puertas de las que no puedes cruzar dos veces y de las que cierran para no volver atrás ni escuchar de quiénes son las voces que notaron mi ausencia. Ya no importan aunque me importen las consecuencias del no estar, del no estar para siempre, de tener la última palabra al menos una vez para que carcoman mis ideas sobre las conciencias del “no me importa”, “lo veremos después” o del “para qué me dices lo que sientes si nada cambiará”. Aunque la gente crea que cierro así la puerta al mundo del que escapo, en realidad así me escapo de las cosas que me persiguen.
Muy bueno