Agotados de suspirar

Bailamos junto a las polillas. Bailamos por los años que se nos fueron en los después y hasta luegos. Te tomé de la cintura al ritmo de nada y marcábamos los pasos como si nos llevaran a cualquier lado, pero solo dábamos vueltas sin más enredo que el de mis manos en tu cabello. Tenias trabajo y yo debía escribir. Te subiste a mis pies para dejarnos caer en la imaginación y un beso en la frente que me negabas por pudor a robarte los sueños. El reloj pudo más que nosotros cuando nos sentimos dueños del tiempo. Te dije adiós con el decoro de quienes callan la imaginación para no asustarte. Nos abrazamos haciendo que los instantes sean eternos. Así se dijeron buenas noches dos cuerpos agotados de suspirar.