El segundo cumpleaños de Nicole

Hoy es el cumpleaños de mi sobrinita Nicole. Y eso me hace recordar que su nacimiento, ocurrido hace dos años exactamente, motiva cierta reflexión sobre la cesaria y la magia del nacer. Claro, si es que existe ese término, pero como a lo que me refiero es el consagramiento del «nacimiento» de las personas.

Recuerdo que a las cuatro de la tarde visité por primera vez a mi sobrina en la Clínica Gonzales, ubicada en Lince. Era pequeñita, con su característico atrevimiento al quitarse siempre la colchita que la cubría: las primera evidencia de su carácter majadero y travieso.

Ella estaba echada en una especie de dormitorio con varias camillas donde reposaban varios bebes. Mi hermano me señala a través de un vidrio quién es Nicole. Mi hermano temblaba hasta los huesos y toda la familia estaba dentro de un cuarto, esperando a la bienaventurada madre luego de parir a una bebe «muy gordita para su edad, señor», como describió el doctor que conversó conmigo y mis padres.

Le pregunté a mi hermano a qué se debía su preocupación. Él me dijo que Nicole nació por cesaria y «cualquier cosa puede pasar. Ya sabes como es la casualidad y todas esas cosas. Me preocupa cómo estará Alessandra», me contó mi hermano mientras se distraía hipócritamente con el televisor: un punto más al raiting del programa que veía, pero cero en interés de seguro.

Como suelo ser el más perdido en la familia, el último en enterarme sobre las cosas, pregunté a la suegra de mi hermano y me contó que efectivamente «Alessandra estaba internada desde hace una semana antes que Nicole salga. Ella vino, porque la bebe no salía».

En eso se acerca mi padre, con su tono policial, de la división antiestafa de la DIRINCRI, y repuso: «En realidad, eso de la cesaria es un negocio para las clínicas. Ya casi nadie nace naturalmente, porque no sabes cuánta plata ingresa por el tratamiento».

Regresé mi mirada a la vitrina para ver a Nicole durmiendo. Me pregunté si ella alguna vez me preguntará -cuando sea grande- qué es el destino. Alguna vez me tocará el tema y no tengo -al parecer- con qué cara contestarle.

O sea cómo podría existir para ella si su nacimiento formó parte -siguiendo la retórica de mi padre- de un negocio de la clínica. «Mira, Nicole, tú naciste, porque el doctor metió la rata a tus padres. O sea, naciste hoy, primero de agosto, porque simplemente así se quiso. No fue cosa de la naturaleza ni nada por el estilo», algo así sería mi respuesta, supongo, cuando ella crezca y me pregunte cosa semejante.

Por ahora no habla, pero seguro que me lo pregunta con sus ojos cuando sabe que debe dejar de ver Hi5 para ir a la cama o dejar de ver Barney para comer el desayuno, porque se enfrenta al querer, al estado presente, como la vaca de Kant, con los deberes categóricos y el porvenir…

Foto:  Good Free Photos