Confesiones
Casi nunca las hago, porque me considero una persona directamente indirecta cuando quiero decir las cosas. Las maquillo, las hago un enigma para que el desentendimiento sera mi vía de escape a lo que pienso, a lo que quiero decir, pero que resulta ser hostil. Y bueno, qué decir, entonces. ¿A qué todo esto? Bueno, hay cosas de las que debo confesar que me desagradan.
Es público, pienso, que quienes odio son los nazis, neonazis y protonazis. También odio los Nextel, los racistas y, mis favoritos, los cristianos. Los odio, lo admito, y es delicioso explicar el porqué los odio, pero prefiero ahorrarme las palabras y sincerarme con ellos, que los odio, que jamás debí ingresar a una de sus iglesias, a pesar que me enamoré de dos cristianas en mi vida. Odio a las personas que en el MSN siempre dicen que están feliz, ¿acaso no conocen la tristeza o es que son necias y no ven el otro lado del mundo, el que se pudre, el que se corrompe, el que sufre de hambre y de ignorancia?
Odio los ricos, odio a los ingenieros mineros, a los poetas que se hacen novelistas, a los reguetoneros. Detesto a los fanfarrones, a las mujeres que se creen modelos de Hawaian Tropic, odio quienes gozan del superavit de nuestro país mientras las clases bajas comen miserias. Odio la miseria, odio el congreso, detesto a Humala, odio a los ultraderechistas, odio el poder no correspondido, odio al cerebro de hormiga de Hugo Chávez.
Odio…. a los que no ceden el asiento a los ancianos, a los cobradores de combi que tutean por unos centavos más, odio la violencia juvenil, detesto al Presidente….
Odio…. en fin, cosas…. las odio….
¿Y qué es lo que amo?