Testigos de ciudad
Cuánto silencio
tuvo el tiempo
para descubrir
lo que callas
por los ojos
y niegas
con los labios
los besos
que se
escapan
de tu boca
al respirar
dentro
de mí.
Qué hubo
del misterio
que nos embarga,
de la duda
que me sonríe
cuando no
me dabas la cara,
la risa
evidente
del brillo
de tus ojos
al guardar
la noche
en un recuerdo
soñado debajo
de tus párpados.
Y me pregunto
cuánto silencio
de tiempo
y misterio
embargado
y risa
evidente
y recuerdo
soñado
volverán
a cruzarse
entre la niebla,
la ciudad
y las banquetas:
los testigos
de nuestra
soledad.