Álvaro

Tu nombre es
un secreto
que los años
han ocultado
y que la falsa
decencia han
intentado
arrancarte
de todas las
memorias.
Pero allí
donde quizá
creas que no
hay nadie más,
estoy yo velando
por tu historia,
dándote la mano
sin temores
al prejuicio,
el odio,
el ego dolido…
De los cual
no tienes
tú de qué
preocuparte.
Deseo que nunca
seas un fantasma
y yo nunca un
espectro o
sombra de tus ideas,
temores o rencores.
Deseo hacerte
tantas preguntas
como tú las tienes
para mí…
Juntarte al pecho
de un solo abrazo
que caerás de bruces
contra la sorpresa,
limpiando con sal,
alcohol y limón
las heridas
que el tiempo
pudre.
Besarte en la mejilla
y verme a través de ti
y gritarte sin sentido
porque sin sentido
estaré yo
de felicidad.
Tomarte de las mejillas,
de las orejas
y los labios…
Llorarte en las manos
lo que no pudimos
vivir con sangre.
Abrazarte hasta
el ahogo del llanto…
Dejarme caer ya
no en tu memoria,
sino en tu carne
y en tu piel.
Decirte finalmente.
Aquí estás en mi delante,
aquí está mi hermano.

Foto: Heather – Flickr. Bajo licencia de Creative Commons