Fotografías modernistas

Salir de viaje con una cámara fotográfica -profesional o amateur- es estrés gratuito. Si eres de las personas que se preocupan por el encuadre, la iluminación y la regla de los tercios, estoy seguro de que tienes especial cuidado en no “cortar” el objeto que enfocas, en tratar de lo posible que no salga la foto a contraluz y en evitar que los turista aparezcan haciendo poses estúpidas. Son muchos los factores que hay detrás de una buena foto y ser consciente de ello hace que seas meticuloso a la hora de fotografiar.

Pero hay un momento en el que ya te cansas. Quieres tirar la cámara, porque sabes que esta no puede captar tanta belleza en el aire. Haría falta miles de tarjetas SD para congelar las sensaciones de una ciudad. Es en este momento cuando salen las mejores fotos, a lo que denomino fotografías modernistas.

Las fotografías modernistas son aquellas que se captan luego de perder todo interés en fotografiar según las normas de composición tradicionales. Simplemente coges la cámara y comienzas a jugar con las luces, las posiciones y las figuras. Es una especie de trance en la que no hay buenas ni malas fotos: nada merece la pena si es que lo repasas hasta el infinito. Así pierde su frescura, pierde su improvisación, porque lo bello de la belleza -así como de la vida- es su fragilidad, su constante intermitencia.

Foto: André Suárez