Con mis hijos no te metas: el fundamentalismo del evangélico

La reciente marcha contra la supuesta ideología de género en el Currículo Nacional Escolar, organizada por grupos evangélicos, me hizo reflexionar sobre la lógica fundamentalista cristiana en Perú.

Aquí comparto un video interesante de AmaruTv que contiene las declaraciones de quienes participaron en la movilización.

Los testimonios de los entrevistados me generaron la siguiente pregunta: ¿Ellos están realmente convencidos de que Dios existe? Seguro me dirán que sí, creen en Dios a su manera según la enseñanza de los evangelios. Incluso pueden racionalizar su respuesta a partir de sus experiencias personales y las sagradas escrituras al pie de la letra.

Ahora si tienen la seguridad al 100% de que Dios es real, de que existe y tienen pruebas de ello, ¿cómo entonces pueden predicar la fe del Señor si para eso se requiere un mínimo de duda?

Mejor me explico con el aporte de Søren Kierkegaard, padre del existencialismo, sobre el “salto de fe”. El filósofo danés señalaba que creer en Dios no es una decisión racional, ya que trasciende de ella para dar sustento al extraordinario mundo de la fe. Tener una verdadera fe en Dios significa también dudar de su existencia, porque de lo contrario, si nunca dudaras, esa fe no valdría la pena.

Hagamos un ejemplo. ¿Puedes tener fe de que existe un lápiz? Seguro que no, porque sabes que ese lápiz existe. Por lo tanto, tener fe en Dios es saber que nunca accederemos a él a nivel perceptual, y a pesar de eso decidimos creer en su existencia.

Lo importante de toda esta reflexión es el nivel de subjetividad de nuestra fe. Reconocer que la duda es un elemento fundamental de la fe, porque de lo contrario extirpamos de la religión su componente excepcional para la vida de cada creyente.

El video de AmaruTv muestra precisamente la muerte de la fe para dar espacio al fundamentalismo. No existe duda alguna en sus aseveraciones, porque limitan su raciocinio a la Biblia y evitan cualquier incertidumbre pensando que así vivirán mejor, restringidos a un orden estricto de los evangelios. En ellos no hay fe en Dios, porque nunca se atrevieron a dudar y evitan reconocer la subjetividad, un elemento esencial del pensamiento humano.

Foto: Savio Sebastian – Flickr. Bajo licencia de Creative Commons.