Masoca…
Hoy creo haberme quejado de que odio las marcadas de tarjeta que sufren los enamorados de siempre, así como siempre odio tener que romperse la cabeza uno pensando qué regalar en los aniversarios por mes, así como odio tener besar con lengua en los espacios públicos, así como odio y odiaré responder dónde estoy cuando no quiero aparecer en ninguna parte, cuando quiero desaparecer y ser entre comillas libre…
Y actualmente odio el ahora porque no tengo con quién hacer lo que odio tanto de las parejas, porque en esa contradicción hallo una libertad: la contradicción del querer y no querer, el delicioso masoquismo que unos llaman amar.