‘Dónde diablos está la verdad’

El título forma parte de la canción ‘La verdad’ de Nito Mestre (te la recomiendo)

Actualmente vivo una especie de filosofía bastante alpinchista. Mi idealismo universitario se ha ido desvaneciendo con el tiempo, y ahora analizo la realidad con una perspectiva bastante amplia. Ya no creo en verdades absolutas, no creo tener siempre la razón ni trato de convencerte de mis ideas, pero sí insisto en los valores categóricos (no excluyentes) para que todas las personas del mundo puedan convivir en paz. Siento que perdí mis opiniones ante una realidad infinita.

El libro de David Fichman titulado ‘Inteligencia espiritual en la práctica’ me ha ayudado a identificar el ego en nuestra vida cotidiana. ¡En realidad es un buen avance! Seguro hablaré de esta obra en más publicaciones, pero quisiera detenerme en una reflexión básica…

Hoy en día odio a las personas que se jactan de saberlo todo, incluso creer que conoce cada aspecto de las cosas y cierra sus ideas con “de todas maneras lo sé”, “obvio que es así” o “no seas ingenuo, claro que tengo razón”. La gente que no es consciente de su ego tiene el problema de nunca rectificarse. Se piensa que una persona ideal es la que nunca se equivoca, que nunca cambia de opinión, pero como reza un proverbio chino: “rectificar es de sabios”.

Una manera para nunca rectificarse (y pasar la vergüenza de cambiar de opinión) es dejar el ego a un lado, ser consciente que no conocemos toda la realidad e iniciar una conversación vacío de ideas, escuchar y alimentar los conocimientos sin mayores prejuicios.

Suena fácil, hasta cliché, pero no saben lo difícil que es. Imagínate ponerlo en práctica ante un pedófilo, un feminicida o un asesino. Las emociones son las enemigas de la imparcialidad, y la versión de la verdad que buscamos se transforma en lo que nos gustaría creer. ¡O lo que puede ser peor! Tener una perspectiva por la presión del grupo.

Escuchar sin filtros es difícil, pero necesario. Sin embargo, para escuchar a otro lo primero es escucharse a uno mismo. Creo que no puedes hacer nada de lo que planteo aquí si no se cuenta con una lógica interna bien trabajada. Nadie mejor como Oscar Wilde para entender a lo que me refiero.

“No voy a dejar de hablarle sólo porque no me esté escuchando. Me gusta escucharme a mí mismo. Es uno de mis mayores placeres. A menudo mantengo largas conversaciones conmigo mismo, y soy tan inteligente que a veces no entiendo ni una palabra de lo que digo”.