Descifrando el silencio del abstraído

¿Son de los que no soportan atender las emergencias emocionales del resto? No hablo de los que son unos témpanos con patas, sino de aquellos que en medio del discurso plañidero te dices mentalmente “Bahh, no es para tanto. Me pregunto si Perú irá al próximo Mundial…”, mientras mueves la cabeza afirmando que atiendes cada palabra. Es algo así como abstraerse del momento crítico del locutor creyendo que son problemas que él debe resolver por sí solo, que hay aspectos en su narración que no son para tanto si se tiene el carácter suficiente.

Una vez me tocó ser observador de una sesión psicoterapéutica. La paciente reveló su problema sobre la sensibilidad que sentía al ver cómo morían sus más allegados, entre ellos, una amiga que padecía de cáncer. El discurso me hizo recordar que yo también pasé por la misma experiencia, solo que bastó escuchar que la paciente quería llorar cuando me abstraje y comencé a pensar en otras cosas diferentes, hasta cuestionaba la necesidad de hablar esos temas con alguien más, como si fuese difícil de sobrellevarlo.

¿Por qué diablos hago eso? No lo sé, ahora me preocupa porque resulto indescifrable cuando me siento responsable -o reprochado- por problemas que son ajenos a mí cuando solo quiero tranquilidad. Pero siento que esa tranquilidad, en realidad, no es tan tranquila como para abstraerme de las crisis emocionales del resto, que llego a juzgar como nimios si uno piensa en dolores más traumáticos.

Revisando mi breve biografía de 25 años, admito que por necesidad he sido retraído en momentos difíciles cuando era un niño. Incluso, cómo habré llegado a tal nivel de introspección que a los 18 años recordaba ciertas escenas como si fueran pesadillas. Toda esa experiencia la asumí solo, por lo que considero que cada quien tiene la voluntad de enfrentar sus problemas sin la necesidad de compartirlos, a menos que esa persona a quien se le comparte sea parte del problema.

Sé que pensar así nos hace indiferentes a la experiencia y sensibilidad del resto, porque cuestiona la gravedad de estas a partir de una escala relativa para cada persona. Temo que para ser empático también soy egocentrista para evitar ponerme triste por cosas que no son de mi responsabilidad. ¡Eureka! Creo que al final descubrí a qué se debe esta actitud: el deseo de forjar mi estabilidad sin ser protagonista de las experiencias de quienes me rodean, porque de esa manera tendría un mínimo de responsabilidad para sentirme triste.

Foto: Maik Meid – Wikipedia. Bajo licencia de Creative Commons