¿Quién crees ser ahora?
¿No te ha pasado que has sentido vergüenza por algo que hiciste hace años? Para evitar el bochorno que traen los recuerdos, solemos excusarnos diciendo que no éramos los mismos de ese tiempo, como si ahora esa persona fuese totalmente distinta. Esto nos lleva a preguntarnos sobre quiénes somos en realidad, si es que constantemente cambiamos de parecer y valores jerárquicos para interpretar el mundo, así como nuestras acciones.
Esta paradoja me recuerda a la historia del barco de Teseo. Según cuenta la leyenda narrada por Plutarco:
La nave de treinta remos en que con los mancebos navegó Teseo, y volvió salvo, la conservaron los Atenienses hasta la edad de Demetrio Falereo, quitando la madera gastada y poniendo y entretejiendo madera nueva; de manera que esto dio materia a los filósofos para el argumento que llaman aumentativo, y que sirve para los dos extremos, tomando por ejemplo esta nave, y probando unos que era la misma, y otros que no lo era.
En el caso de los humanos, debemos reconocer que no somos tan materiales como la madera del barco de Teseo, sino seres complejos que varían sus ideales según se desarrollan en sociedad. No podemos afirmar, entonces, que fuimos personas totalmente distintas del pasado, sino renovadas con nuevas experiencias.
Sin embargo, creo que hay una cosa inherente que jamás podremos cambiar: nuestro instinto de sobrevivencia. Resulta curioso cómo lo más salvaje de nosotros es lo que aplaca la filosofía griega con nuevas aristas.
Foto: Wikipedia – Codex Skylitzes Matritensis, Bibliteca Nacional de Madrid
[…] La respuesta se adecua a cada tipo de persona y relación. Una pista que debemos tener siempre en cuenta es la paradoja del barco de Teseo para preguntarte quién creer se ahora. […]