Los que odian la soledad, solo se odian a si mismos
Hace siete años en una playa al sur de Lima, una joven natural de Rumanía me preguntó algo que no debía ser consultado en los primeros cinco minutos que conoces a una persona. Ya saben, por etiqueta.
“¿Tienes enamorada?”, disparó sin mayor reparo.
El enamorado de la joven europea, quien es peruano, le dijo que en nuestro país somos reservados cuando se habla del tema. Estaba a punto de responder cuando, de pronto, un viejo amigo -mucho mayor que yo- con quien compartía la tarde se me adelantó. “¿Para qué? Él tiene a sus libros”, sentenció. Al final me quedé en silencio, dando por cierto la frase del viejo amigo. Mejor es dar cuenta de la soledad haciendo referencia a una pasión personal.
Ha pasado bastante tiempo desde aquel incómodo episodio. Aún me cruzo con el autor de la mencionada frase que pasará a la posteridad con esta publicación. Lo que más me sorprende es la vigencia de sus palabras, ya que hace unos días volví a compartir con él una tarde en la playa, bajo la misma sombrilla, pero con otro libro en mis manos.
Foto: Flickr – geezaweezer / Bajo licencia de Creative Commons