Trapiche, Gótica, Aura… ¡La misma vaina!
Ahora sí lo puedo confirmar con todas sus letras. A lo largo de mi vida he visitado distintas discotecas, desde las más improvisadas hasta las más exclusivas de Lima, y llegué a la conclusión de que NO nací para divertirme en ellas. Mi última visita a ‘Aura’ en Miraflores sentenció mi veredicto sobre los supuestos lugares de diversión para mis contemporáneos. Me faltaba asistir a ese último bastión para que los más ‘toneros’ no me digan después que no fui a buenas discos. Bueno, ya está, las discotecas me parecen una reverenda mierda.
Mi relación con los locales nocturnos es parecida a la carrera de Michael Jordan con el béisbol: parecía una promesa en la cancha, pero acabó regresando a lo que mejor sabe hacer en la NBA. Y lo que yo sé hacer mejor es conversar en un pub que sacudir el cuerpo sobre una pista de baile. Esa actividad sencilla me resulta mejor que las aventuras pipilépticas con desconocidas putifaldas bajo la insoportable bulla del DJ. ¡Qué diversión para más superficial!
Cada quien se vacila como quiere, es cierto, solo que me hace difícil comprender lo divertido que resulta hablar gritando por la maldita música que no deja escuchar tus propios pensamientos. Peor aún es ver cómo la gente le celebra al DJ su falso talento por apretar botones moviendo la cabeza como autista. En realidad, sorprende que pueda hacer las dos cosas al mismo tiempo.
Repito nuevamente: NO nací para divertirme en discotecas. Menos para decir que me divierto bailando cual cavernícola alrededor de una hoguera. ¿Y las nenas por doquier, bien tarrajeadas y dispuestas? Lo siento, el intelecto no se arregla con maquillaje.
Foto: Wikipedia – Fabric