Como eyaculación de quinceañero precoz

Para quienes me conocen de tiempo, siempre digo que un día volveré a la poesía, solo no me pidan fecha, porque aún no tengo la menor idea. Ahora la poesía me parece ridícula, pues me peleé con ella desde hace cuatro años, debido a que no me llevaba a nada. Cierto es que descansaba las pulsaciones amatorias en cada verso, pero siento que ya no estoy para seguir haciéndolo.

Poesía para los poetas y mentiría al decir que soy uno. No soporto leer mis propias líneas, ya que las siento estúpidas, infantiles, tristes hasta el tuétano y cojudamente ilusas con un ritmo que perturba mi estabilidad. Admito haber escrito poesía, admito haber vivido, solo que si vuelvo a escribirla sentiría que regreso al ‘André’ ingenuo que perdía su tiempo.

Y si no me llamo poeta, ¿qué soy? Sé que el título me queda muy grande, pero bajo mis cánones de humildad siento que soy un cronista de la vida cotidiana con una fuerte dosis informativa sin atarantar románticos idiotas con explosiones de palabras dulces hasta la diabetes. Si han leído a Javier Cercas o «Prosas apátridas» de Julio Ramón Ribeyro, seguro me entenderán algo mejor.

Eso soy y no me compadezcas. Poeta no soy o no lo seré hasta buen tiempo, a menos que algo llamado amor me vuelva idiota para volver a caer en la poesía. Claro, sería una suerte de idiota bonito. Shakespeare dijo que en la amistad y en el amor solo estamos felices bajo la mentira.

Admito nuevamente que estaba muy cerca de escribir un nuevo poema. Casi, casi, como eyaculación de quinceañero precoz, pero se frustró como quien pregunta cuánto cuesta el servicio sabiendo que no tienes ni un sol para el troca. Si leo poesía, poca y muy selecta. Juan Manuel Rosé y Lizardo Cruzado pueden citarse con muchos filtros de por medio.

Repito, poeta no soy más, por lo menos hasta que me dure el arrebato. Mejor lo digo acá, sino nunca. Si vuelvo a escribir poesía, señor lector, cuídese mucho, pues será un vómito lírico de hace cuatro años. Y si nos cruzamos por la calle en estas circunstancias y me ve feliz, cuídese dos veces, es más, llame a la policía, porque andará por las calles de Lima un joven desnudo de alma gritando que halló el amor.