Hay tristezas

Qué se puede hacer por las tristezas ajenas y peor aún cuando no hay nada por hacer. Son tristezas inevitables que duelen hasta cuando respiras. Puedes oírlas aunque sostengas el silencio y hablan aunque calles la conciencia. Hay tristezas así que no se pierden sino se conviven, que se arrastran a través del tiempo como si atrapara el viento a cada paso. Y se acarician como las cicatrices que dejan las despedidas.

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