A un suspiro de nuestras bocas el aliento que respiramos antes de cerrar los ojos, y en la oscuridad de nuestros ojos la imaginación de tomarnos hasta desaparecernos en la piel, y así perdidos en nuestra piel despertarnos a la hora en la que se acaba el tiempo, y es en nuestro tiempo en el que nos desviamos para dormir a lados opuestos de la tarde, apuntando con el dedo a direcciones opuestas del mismo horizonte.
Mismo horizonte


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