Poema sin recitar

Casi fui atropellado por llegar a tiempo a nuestra cita. Linda, lindísima… Me sonríes para saber de los versos que me inspiraste anoche. Me siento y tomo la palabra. “Linda, lindísima como la esperanza de amarte para callarte los suspiros con mi boca…”. No me dejas terminar. Te ríes. Ya lo habías leído antes. Es imposible si anoche vomité los sentimientos en mi libreta, el único testigo de mi desnudez. Busco la frase en el celular y es verdad. Alguien ya lo habia escrito, y no solo eso: el resto de los versos aparecen también. Me acusas de copiarlo mientras busco explicaciones en Internet. No aparece el nombre del autor. Solo figura como “desconocido”. Harto de tus bromas de plagio decido pagar la cuenta y noto que no tengo la billetera con mis documentos. Doblemente harto acepto que pagues la cuenta y busco más información de quien me arruinó la sorpresa. Foros, páginas… Una foto con leyenda al pie. Poema hallado en el cuerpo atropellado del joven N.N. Me queda claro. No fui casi atropellado. Ella nunca llegó a la cita para reconocerme. Soy el sueño de un poema sin recitar.