Pizca de nada
A veces uno se perdona
-o se echa la culpa-
de haber condenado
a alguien a su propia felicidad.
Porque lo que parece algo universal,
una sonrisa constante,
una alegría infinita,
es también un instante
al que tú no volverás,
al que ella no volverá,
al que él no volverá…
Un estado intermitente
al que solo coincides
con alguien más
y a esa pizca de nada,
que llamas nostalgia,
es a la vez la felicidad,
tu única felicidad,
el recuerdo de haber sido feliz
y nada más.