Sin que lo sepas
Una vez te extrañé
hasta los huesos
y saqué cita con el doctor.
Sacaron los archiveros,
mis historiales de amor,
saqué la lengua…
Me midieron
y me pesaron
y me descubrieron
unos kilos menos
de cordura.
Me explicaron
que el corazón
dejó de ser el mismo,
ahora más liviano
con unos pétalos menos
y sin capullos
de mariposa.
Pasé por la farmacia.
Dos pastillas,
cinco gramos de besos
y tres de pesadilla,
a cada seis horas
hasta que el reloj
vaya para atrás
y te regrese
al sofá de las tardes
para verte
e ignorarte
y amarte
sin que lo sepas.