Lo malo del verano….

Lo malo del verano es recordarte entre canciones de Diego Torres llenas de ‘Colores de Esperanzas’ desparramados en granitos de arena sobre la playa tocándote canciones en una guitarra que jamás aprendí a tocar. Es más, en una guitarra que nunca tuve. Pero así como la canción del verano se vuelve aburrida, pues te aburriste de mí a final de temporada. O quizás eso es lo que pienso o lo que me haces pensar. Pues ahora a Diego Torres lo escuché con cierta nostalgia durante el invierno que pasó. Y aunque no tenga por qué pensar en ti, pues lo hago aunque yo no quiera. Quizás sea una suerte de masoquismo delicioso fruncido en el pasado de pocas emociones en mi haber. No lo sé, pero Diego Torres no deja de joder con estribillos que hubiese deseado que sean míos para decirte “Mira lo que te inventé”, como un niño que piensa que con la voluntad basta para satisfacer sueños sin certeza, como quien se dice que dando la hora a una hermosa mujer se logra conquistarla.

Pues no logré conquistarte, porque eres una batalla donde murieron inocentes por causas justas para ellos mismos y para nadie más, para mí y para nadie más. La diana concluyó con un cierre de fronteras y congelamiento de las relaciones diplomáticas: dejamos de hablar.

Ahora la brisa que te movía el cabello lacio, que despeinaba tus bellitos del brazo que te daban vergüenza, es un silbido penetrante que hace notable tu ausencia. ¡Eso eres! La brisa que desencadena una serie de sueños lúcidos a partir del silencio. Frenético. Vivaz.

¡Mírala Vendaval!, te llamo. Te llamas. Te llamaré.