Sexo con condón: el placer y las construcciones sociales

A quién no le gusta el sexo. Desde la aparición de los métodos anticonceptivos en la revolución sexual, la humanidad ha adoptado nuevas perspectivas sobre la intimidad. Se rompieron muchos tabúes como el sexo prematrimonial, el reconocimiento de las parejas homosexuales, el activismo del feminismo, la convivencia de las parejas de hecho, entre muchas otras cosas.

Hubo bastantes cambios en la vida cotidiana, solo que me quiero detener en los anticonceptivos. Me llaman especialmente la atención, porque han intervenido en algo que siempre me llamó la atención en el sexo heterosexual. Hablo de las expectativas sexuales basadas en el placer a partir de una actividad aislada de su capacidad fundamental: la reproducción.

El sexo: construcción social y plano físico

Quizá en este punto estés frunciendo el entrecejo, extrañado por lo que acabo de escribir. Pero vayamos por partes. No temas que no me he vuelto un loco conservador.

Hay que diferenciar dos cosas: el sexo como idea generada a partir de una construcción social y el sexo como la actividad sexual propiamente dicha, o en buen cristiano, meter el pene en la vagina. Conste que también se puede meter en otras partes, pero refiero exclusivamente al plano físico del sexo en sí.

La idea del sexo como construcción social tiene infinitas interpretaciones. Tenemos, por ejemplo, la libertad sexual del occidental contemporáneo, el conservadurismo sexual del cristiano promedio, el fetichismo de las nuevas sectas urbanas, etc. Ninguna es mejor que otra mientras estas no perturben la convivencia social del resto. Ya saben lo insufrible que pueden ser los evangélicos cuando se las dan de predicadores. Todos merecen respeto sobre cómo uno desea desarrollar su intimidad.

Volviendo al sexo como construcción social. Hemos dado cuenta que hay muchas interpretaciones sobre lo mismo: la actividad heterosexual que consiste elementalmente en meter el pene en la vagina (y en otros más lugares). Todas las perspectivas sociales, religiosas y políticas parten de eso con la intención de dar un significado al sexo.

¿Los anticonceptivos son antinaturales?

Teniendo esto claro, ahora sí vayamos a los conceptivos. El condón -además de prevenir las enfermedades de transmisión sexual- es utilizado como método anticonceptivo para la práctica del sexo seguro. Lo que hace el profiláctico es aislar la capacidad reproductiva del sexo para enfatizar el placer sexual. Esto a la larga lo que hace es generar todo un código sexual respecto al placer en el que los precoces, los ‘mecha corta’ y los disfuncionales eréctiles son los apestados de la fiesta.

Dicho código sexual es también una construcción sexual generada a partir del uso del condón. El placer sexual pasa a dominar el escenario; y la reproducción, una opción controlable para la pareja.

¿Los anticonceptivos son antinaturales? De alguna forma intervienen en el acto sexual impidiendo la reproducción. Es “antinatural” en el sentido que es un elemento ajeno al cuerpo que interviene en el acto sexual en sí. Ya sabe, eso de meter el pene en la vagina. Sin embargo, hemos naturalizado los anticonceptivos al adoptarlos en nuestra cotidianidad. No estoy exagerando, pues la humanidad se ha caracterizado por socializar todo. Basta observar cómo hacemos lo mismo con la tecnología, creando códigos de conducta en Facebook o WhatsApp.

El buen sexo

Lo que sí me parece un problema es creer que esta forma del sexo basada en el placer sea compartida como estándar de calidad sexual. Como repasé anteriormente, el sexo como construcción social tiene muchísimas aristas. Ninguna puede superponer ni intimidar a las demás. Sería injusto criticar o calificar al resto según nuestros gustos sexuales por tratarse de perspectivas muy subjetivas.

El buen sexo puede durar desde 2 minutos hasta media hora según cada pareja (o trío, quién sabe). ¡Punto! Si algo en común tienen todas las perspectivas sexuales, es que se tratan de experiencias compartidas. Es en ese espacio en el que las personas crean su propio escenario sobre el sexo ideal según sus personalidades.

No tiene que haber una macroreferencia sexual sobre cómo disfrutar el “buen sexo”. El “buen sexo” es el que se disfruta mutuamente según las expectativas y perspectivas de cada persona. Lamentablemente vivimos bombardeados del mismo discurso sobre cómo debe ser el hombre y la mujer en la cama. Basta googlear un poco para ver hasta cómo medios de comunicación se dedican a darle espacio a este tema. Incluso, dando tips o consejos como si todos fueran programados con el mismo discurso y goce sexual.

Aclaración

Especifiqué al inicio del texto que el análisis iba a girar en torno a la actividad heterosexual. Lo hice para analizar los anticonceptivos como aisladores de la reproducción en la actividad sexual. No obstante, soy consciente de que la actividad sexual no necesariamente está vinculada con la reproducción.

En el caso de los homosexuales, la actividad sexual es el placer en sí y cómo las parejas -así como los heteros- también crean un escenario específico sobre cómo debe ser el buen sexo. La incapacidad reproductiva no es razón para creer que los homosexuales no pueden disfrutar de la misma manera el sexo que los heteros. Como ya dije, el sexo es una construcción social basada en la experiencia.

Quiero dejar en claro que no estoy predicando nada en este artículo. Mi objetivo es dar cuenta que existen matices en lo que pensamos respecto al sexo. Entender que el sexo como lo conocemos es una construcción social en el que debemos reflexionar antes de criticar a los demás. No se trata de hallar una verdad en un mar de subjetividad, sino de admirar y respetar cómo algo tan simple como el sexo tiene infinitas interpretaciones, prácticas y sensibilidades. Eso es lo realmente hermoso del sexo.