El ‘no pensar’
El ‘no pensar’ es una tarea tan difícil. “Ya deja de pensar en ello, simplemente dedícate a otra cosa”, solemos escuchar cuando algo nos atraviesa la mente las 24 horas.
¿Pero es posible ‘no pensar’ en algo? ¿No será que ese ‘no pensar’ es en realidad un pensamiento sobre lo que no queremos pensar?
Me gustaría saber qué opinaría René Descartes. Quizá advierta que si no pensamos, estaríamos viviendo una realidad totalmente falsa si no somos capaces de al menos estar seguro de nuestra existencia, del yo que está pensando. Si dejáramos de pensar, ¡no tendríamos una base racionalista!
Pero enseguida advertí que mientras de este modo quería pensar que todo era falso, era necesario que yo, quien lo pensaba, fuese algo. Y notando que esta verdad: yo pienso, por lo tanto soy, era tan firme y cierta, que no podían quebrantarla ni las más extravagantes suposiciones de los escépticos, juzgué que podía admitirla, sin escrúpulo, como el primer principio de la filosofía que estaba buscando.
Seguro pensarás que estoy exagerando, que ‘no pensar’ es una recomendación para temas superficiales. La verdad es que pienso lo contrario, porque el diablo siempre se esconde en los detalles.
El ‘no pensar’ es una evasión de algo que inquieta nuestros pensamientos, es huir de algo que creemos que no somos capaces de atender y resolver con nuestro poder de discernimiento. El ‘no pensar’ es contraproducente, porque mientras más tratamos de acordarnos que no debemos ‘pensar’ en algo, más nos acordaremos de esa espina a largo plazo.
Pienso que en esas circunstancias es cuando debemos ser lo más humildes para entender que hay cosas que nos superan en complejidad cuando no contamos con toda la información disponible. Es como una ecuación matemática con un número ilimitado de variables, cada uno más misteriosa que otra y con alternativas irreales.
¡Esa es la clave! Hallar nuestro límite ante las circunstancias y resolver el ‘no pensar’ como un pensamiento irresuelto, cuya conclusión (o inconclusión) no es responsabilidad nuestra. Si pudiste haber vivido tranquilo desconociendo si hay vida extraterrestre, ¿para qué matarse por misterios más pequeñitos como para ‘no pensar’ en temas superficiales?
Un amigo me dio un consejo interesante: “Dedícate a hacer otra cosa. Mantente ocupado y verás cómo todo fluye”.
Curiosamente tuvo razón, no tuve la necesidad de ‘no pensar’. Es otra manera de huir de los problemas, al menos más productiva que la otra.
Igualmente ambas formas ayudan y cada quien es libre de huir de las encrucijadas mentales que tiene. Pero el problema es que no se puede huir para siempre, y si por un milagro logras olvidarlo por completo, has perdido la oportunidad de desarrollar (a costa de esfuerzo intelectual y emocional) tu personalidad.
¡Claro, porque los obstáculos no están hechos para evadirlos, sino para superarlos y con ello el desarrollo de habilidades que nos entrenarán para la vida! Nadie dice que será fácil. Todo lo contrario. Lo importante es el temperamento, saber que la cabeza está para pensar y no para que el cuello termine en punta.