Yo también quiero un trabajo

Yo también quiero un trabajo para siempre echarle la culpa de mis días de mierda, para evitar dar explicaciones sobre mi mal humor y justificar mis tardanzas y desapariciones repentinas.

Frases como “Lo siento, salió algo de último minuto” y “Otro día, amor. Estoy agotado por la chamba” son las excusas que aún no puedo aplicar. Sobre todo la última, pues ya de misio ni enamorada tengo para hartarla con eso.

También quiero trabajar para comprar los juguetes que Papa Noel nunca me trajo, para invitar a la enamoradita a cenar sin mirarla feo cuando no paga su parte, para no subir a escondidas en los buses y bajarme con habilidades ninja para nunca pagar pasaje, para dejar de decir que estoy a dieta cuando por 4 horas diarias paso un hambre terrible.

Me hace falta un trabajo para que vuelva a mi cuerpo la sensibilidad social y así dejar de sentir que los mendigos me están asaltando con lástima en mano al pedirme una monedita.

Quiero un trabajo para reingresar a la Población Económicamente Activa y sentirme parte de una exclusiva masa que cree movilizar al país hacia el desarrollo, cuando en realidad se quejan de todo y todos se quejan que no hacen lo suficiente. Más aún, necesito un trabajo para que aflore mi ya marchito idealismo social-comunista, para recordarme cómo mierda acabé en un sitio donde nunca pensé acabar, para resignarme un poco y dejar de pensar en mi condición profesional hasta el pago de fin de mes.

“Paga derecho de piso, hermanito”. “Solo contratamos practicantes con cuatro años de experiencia”. “Mañana te aumento lo que te prometí hace meses”. “Apaga la luz al terminar”. “No aceptamos mujeres embarazadas”. “Conozco de un negocio en el que serás tu propio jefe”.

Por eso y muchas cosas más… Lo que más quiero es volver a trabajar.

Foto: RIA Novosti archive, image #633872 / U. Ivanov / CC-BY-SA 3.0