Pequeñas delicias de la vida conyugal
Ella: ¿Me estás escuchando?
Él: Claro que sí… No puedo dejarte de escuchar, aunque quisiera. No es como los ojos que puedo cerrarlos y ya está. Mis oídos no tienen esa capacidad.
Ella: ¡Entonces por qué mierda no me haces caso!
Él: Está bien. Ya, tienes razón, ¿pero por qué gritas?
Ella: ¡Porque no escuchas!
Él: Tanto tiempo contigo que recién me entero cómo funcionan las cosas. ¿Acaso yo te grito para que escuches?
Ella: ¡No, tú no puedes!
Él: Ah, mira… Es porque soy hombre, ¿verdad? Estoy programado a soportarte según esta lógica machista de la sociedad. Mientras tú te desangras por mes, yo Don Huevón debo pasarte el malhumor. Hagamos algo justo.
Ella: Ya, ya, no reniegues.
Él: ¿Qué tal si me das una semana al mes para hacer cualquier estupidez y tú prometes no enojarte? Verás lo rico que es tener carta libre por siete días…
Ella: Tú no entiendes, porque no estás con los dolores ni el cambio hormonal.
Él: ¿Y si durante esa semana me pongo piedritas en los zapatos? Eso causaría algo de dolor. Eso también jode mucho.
Ella: No seas cojudo, quieres…
Él: Ya estás con esa cara de querer lanzarme algo.
Ella: (Risas) ¿Tanto se nota?
Él: Claro que sí, como que se te crispan la manos.
Ella: Bueno, no me hagas enojar entonces.
Él: Yo nunca, amor.
Ella: Más te vale.
Él: …
Ella: Te amo.
Él: Yo también te amo.
Ella: ¡Pero quiero que te nazca!
Él: UFFFF UFFFF UFFFF UFFFFF
Ella: ¿Qué carajo haces? ¡Baja las piernas!
Él: Pariendo un te amo. ¿No te parece obvio?
Ella: ¡No hagas estupideces! Hablo en serio.
Él: Ya estás gritando otra vez… Temo que me gritas ya no solo porque soy hombre. Es porque soy negro, ¿verdad?
Ella: Tú no eres negro.
Él: Y encima me discriminas… ¿Qué te vas a enojar?
Ella: Eres un tonto…
Él: Tu tonto…
Ella: ¿Me estás insultando?
Él: No, ¿en qué parte?
Ella: Me estás diciendo “tú, tonto”.
Él: ‘Tu tonto’ sin tilde, de posesivo…
Ella: Ah, ya. Todo bien entonces.
Él: Cómo no me dan una medalla por aguantarte…
Ella: Me tienes a mí.
Él: Pero la medalla…
Ella: ¡A mí!
Él: Claro que sí, amor.
Ella: ¿Crees que soy enojona?
Él: Bueno, es parte de tu encanto.
Ella: Dios, qué estaré pagando…
Él: Lo mismo digo… Pero veamos lo bueno. Tú eres como el tigre de ‘La vida de Pi’. Por momentos me puedes llegar al pincho, pero sin ti me hubiese vuelto loco.
Ella: Awwww, qué lindo.
Él: Eso sí me nació.
* Título homónimo de una canción de Sui Generis en el álbum ‘Pequeñas anécdotas sobre las instituciones’
Pintura de Béla Iványi-Grünwald. Fuente: Mozaikok a Nógrádi Történeti Múzeum képtárából – Copyrights Wikimedia Commons