Carta para quienes creen ‘haberlo visto todo’

Me faltan tres años para llegar a los 30 y es curioso conocer a contemporáneos que ya creen haberlo visto todo. El problema de ‘madurar’ es minimizar aquellos aspectos que antes nos parecían bastante idealistas e imposibles, para luego servir al estado de las cosas, con su burocracia y demanda salarial, porque “ser feliz sin dinero es una estupidez”.

A esta perspectiva es lo que uno puede denominar la exaltación de un ego sobre el resto que conforma nuestra identidad, algo aparentemente bueno, porque determina nuestro éxito en ciertos campos, pero pésimo para analizar la realidad.

¿Te has preguntado alguna vez quién eres? No solo eres lo que haces (abogado, futbolista, delincuente, etc.), sino también lo que eres por resultado de tu experiencia única de vida. La respuesta, a mi parecer, sería que TODOS partimos de una misma esencia humana que trasciende las etiquetas sociales, económicas y políticas.

En palabras de John Locke, esta esencia es una tábula rasa, en la que cada individuo nace con la mente ‘vacía’ y adaptable según las experiencias y percepciones sensoriales. No obstante, la neurociencia podría explicar que dicha ‘mente vacía’ puede estar preprogramada biológicamente para ciertas actitudes o desequilibrios intelectuales.

La respuesta final sobre quiénes somos es que no somos ni mierda. Me explico, nuestra esencia no es otra cosa que un ajuste de variables entre nuestra condición física (no sufrir alguna alteración) y el significado de la experiencia de cada sujeto social.

Lo bueno de ser consciente de esta reflexión es que no te amargas la vida tratando de justificar las razones del resto mediante el prejuicio. Obvio que esto no soluciona los problemas más mortales de la vida, como buscar dinero para sobrevivir a fin de mes, pero elimina la frustración de quienes aburridos creen haberlo “visto todo” y los motiva a explorar nuevos campos de su naturaleza. Porque si algo sé de lo que tú eres ahora es que eres mucho más de lo que estás haciendo.

Fuente de la foto: Kuoni Project 222