Del corazón un filete sushi

Me haces del corazón un sushi y de la fortuna una galleta que remite con mi nombre. Pues haces de este corazón criollo de vaca pedacitos Chi Jau Kay que endulzas con aquellas manos blancas porcelana. Aquella porcelana como las estatuillas gaishas que aman el arte de amar.

Pues, creo, que hiciste del corazón un manjar oyuki, donde las fibras contaminadas del corazón impuro se purifican en sillao. Y del corazón haz hecho aquello que no sé como diablos se dice en español -que aparece en el menú de un chifa-, pero que de seguro algún encanto debe tener de ti como para relacionarlo.

Y lo que tampoco sé decir en español -y mucho menos en japonés- es que no sé si terminé escribiendo un poema, un verso largo de dos párrafos o simplemente un viaducto de la imaginación contenida cuando te veo, cuando veo tu melanina de ánime que sabe a vainilla si alguien se atreve a besarla.

Creo que firmo este texto con algún garabato kanyi para mentirte que te conosco mejor. O firmaré esto con las palabras típicas que salen al final de cada episodio de Candy o Dragon Ball. O mejor me despido como aquel superheroe que prometí ser, como Ultraman o Astroboy, que pueda rescatarte de todos los aprietos que tengas o darte un beso bajo el ocaso del sol imperial. Un sol rojo como tus mejillas que se parecen a las de Hello Kitty cuando dices que hace un sol de mierda.
Bueno, ese héroe de ánime seré. Por ti seré, por ti seré.