Donde ríes sin reir

Recuerdo aquella clase de Filosofía en la que el profesor Víctor Krebs, si bien no me equivoco, habló acerca de la pasión como un caballo desbocado que debe ser domado por el hombre para dirigir su energía por el camino. Esta misma enseñanza se complementa con lo que Gibran Jalil Gibran señaló en su libro ‘El Profeta’ acerca de esta misma energía humana, que debe entenderse como las velas de un alma viajera y, por su parte, la razón como el timón de un metafórico barco que refiere a la constitución del hombre.

¿Pero hasta qué punto el timón se quiebra para engañar los vientos que empujan las velas en determinado sentido, o el caballo se apodera de la velocidad del carruaje al apreciar un camino largo y sin obstáculos? A lo largo de los años he observado que existe la tendencia a temer la pasión y juzgarla como una energía deliberada y destructiva, muchas veces producida por elementos externos, cuando en realidad se trata de una respuesta íntima a determinados estímulos. Son en esos momentos que lo más profundo de nuestra personalidad sale a flote.

Miedo, esa es la palabra que tratan de ocultar los más vulnerables a sus formas de expresar la pasión. Más de una vez hemos recibido el consejo de no llevar las cosas tan rápidas con nuestras parejas, por ejemplo, pero uno llega a preguntarse si efectivamente está bien autocensurar la pasión por los temores del resto ya que sugieren temer al amor. Creo que es feo decir cosas como “Aún no es tiempo” como si tuviéramos toda la vida para conformarse con lo que se tiene, sabiendo que puede haber algo mejor en el futuro. Entonces, sería algo así como engañarse en una falsa estabilidad.

Algo que he descubierto ahora -lo digo con conocimiento de causa- es que uno se siente más libre al entregar dicha pasión a quien consideres que lo merece, pues te exhibes con la inocencia de un niño que redescubre las sensaciones de amar. En caso que te equivoques siguiendo mi consejo, no me eches la culpa, ni tampoco seas duro contigo, pues al menos alza la cabeza sabiendo que diste lo mejor de ti, que la culpa no es tuya y moralmente has actuado fielmente a tus instintos pasionales.

Citando nuevamente a Gibran Jalil Gibran, si eres de los que ocultan la pasión de amar a cabalidad, ingresarás “hacia un mundo sin primaveras donde reiréis, pero no con toda vuestra risa, y lloraréis, pero no con todas vuestras lágrimas”. Y quieres saber algo, no sabes la felicidad que se siente al reir con toda la risa. Nuevamente, te lo digo con conocimiento de causa.

Foto: gwendolen – Flickr. Bajo licencia de Creative Commons