Los sueños, esos pequeños trozos de muerte

Creer en los sueños te hace infeliz, siempre y cuando estos sueños dependan de las personas que te rodean. Algo sencillo que puedes hacer, según la filosofía kantiana, es hacer de tu máxima -meta profesional, objetivo en la vida, etc.- una regla que sea aplicada a nivel universal, así hallarás las contradicciones de los ideales.

Hagamos un ejemplo. Yo soy periodista. Mi sueño profesional podría ser el presentador más conocido del mundo en BBC. Esta meta resulta inaplicable, según Kant, porque si toda la humanidad tuviera la misma meta, todos serían igualmente conocidos y no hay tanto espacio como para que todos sean presentadores de una cadena televisiva. Debemos reducir aún más el espectro, yendo a lo más básico que es informar a los demás.

Si bien este cambio de sueño máximo del periodista se transforma en un simple enunciado, no es porque tenga pocas metas para la vida, sino que éstas no deben ser el fin, sino el medio para la felicidad. La vida no es para ser exitoso, sino feliz haciendo lo que uno mejor sabe hacer: su propia pasión. Y nada mejor que compartirla ayudando al resto. Como reza el refrán, no es pobre quien poco tiene, sino quien mucho necesita.

*Título por Edgar Allan Poe
Foto: Jose Hernandez – Flickr. Bajo licencia de Creative Commons