Apareciste de repente como las malas idea y fugaz como las promesas inolvidables, repentina a salto de bailarina, repentina como el mal viento. De sonrisa asesina a mis buenas intenciones y cómplice a los bajos instintos, y de carne mi carne como alimento a la más bella perversión. No hacían falta las palabras si las ideas sobraban en los gestos. Para qué hablarnos si para eso deberíamos pensar y pensar es lo que menos deberíamos hacer. Y es que mejor será así, sin hacernos nada hasta que, de la nada, seamos la historia de tu historia y yo tu nota al pie.
Nota al pie


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