Nombre

A qué llama mi nombre si todos voltean a verme dándome por aludido cuando, por alivio, no creo ser quien todos piensan que soy cuando llaman a mi nombre. Pues no soy el recuerdo ingrato de quienes por hoy me odian ni soy lo que suponía prometer. Ni tampoco creo ser ahora en lo que me convertí ni evolucioné en lo que fue mi mejor versión. Será que mi nombre, tan corto como dos sílabas, es un atrapasueños en el que habitan los recuerdos, los grandes como esperanzadores y pequeños como los agrabios, y los odios correspondidos como amores rabiosos así como mis promesas que ahora creemos como mentiras o las desilusiones que acabé haciendo realidad. Es que a eso llaman cuando preguntan por mí: mi nombre, la bienvenida a las incertidumbres.

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