Diagnóstico reservado
Imagino que la psicóloga Karla Echazu ha leído Piensas pero no lo haces: la ‘infidelidad indirecta’, Estar enamorado es como el secuestro, La supuesta ‘estabilidad’ de las parejas, ¿Cómo sabes que algo está mal si no lo has hecho? y ¿Por qué no te conozco en diez años? para identificarme como un ‘enamorado del amor’, diagnóstico que no ha dejado mi mente desde hace varios días.
Un ‘enamorado del amor’ es alguien que ama las sensaciones de estar enamorado, no necesariamente a quien tiene por pareja. Dichas sensaciones corresponderían al placer de la seducción, del juego de las apariencias en plena conquista. En otras palabras, el deleite de sentir las emociones que implican las primeras veces en cuestiones de amor, sea con una o varias personas a la vez, sin necesariamente haber establecido un vínculo formal como enamorados. Sencillamente se trata de la tragedia de los apasionados a la pasión.
No defiendo la infidelidad, más de una vez hablé del amor libre, pero sí trato de poner el punto sobre las íes para evitar malos entendidos. Enamorado del amor, frase que sigue consumiéndome por la retrospectiva que me vi forzado a hacer para poder delimitar bien el término. Sin embargo, no creas que hice esta definición con una sonrisa.
El filósofo danés Søren Kierkegaard puede explicar muy bien el calvario que significa ser ‘enamorado del amor’ al entender su concepto de esteta. Este se caracteriza por ser una persona que vive en el mundo de los sentidos y es esclavo de sus propios deseos, ajeno a la satisfacción de haber encontrado la estabilidad emocional sabiendo que existen infinitas sensaciones en la vida por experimentar, o en lo que se deseé en un momento determinado.
Ahora ya entiendo por qué siempre ando peleándome con quienes dicen estar con el amor de su vida a los 23 años, así como mis argumentos contra lo que los demás juran que es importante en una relación de enamorados. Si algo bueno tiene ser esteta, es el sacrificio de la estabilidad para escribir sobre sensaciones tabú para el resto. Ni modo, soy un enamorado del amor y no me compadezcan.
Foto: Deviantart – Janonabox bajo licencia de Creative Commons
Es posible que no seamos capaces de amar precisamente porque deseamos ser amados, porque queremos que el otro nos dé algo (amor), en lugar de aproximarnos a él sin exigencias y querer sólo su mera presencia. Infortunadamente no sucede del mismo modo en muchos, somos seres caprichosos con anhelos y deseos carnales que deseamos que sean satisfechos en su instante, es ahí cuando nos damos cuenta que estamos regidos a una vida empírica, aferrados a un mundo sensible convirtiéndonos en hedonistas radicales al tiempo en que creemos que es la solución para llegar a una estabilidad emocional.
¡Gracias por el comentario! Sé que recién contesto, sino que poco a poco estoy dando orden a este proyecto.
¡Descuida! Yo también soy una enamorada del amor.